El asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero del trono del Imperio austro-húngaro, el 28 de junio de 1914 en Sarajevo, fue el detonante inmediato de la guerra, pero las causas subyacentes jugaron un papel decisivo, esencialmente el imperialismo de las políticas exteriores de grandes potencias europeas como el Imperio Alemán, el Imperio austro-húngaro, el Imperio Otomano, el Imperio Ruso, el Imperio Británico, Francia e Italia. El asesinato de Francisco Fernando por el nacionalista yugoslavo Gavrilo Princip dio como resultado un ultimátum de los Habsburgo al Reino de Serbia. Las potencias europeas invocaron diversas alianzas formadas años y décadas atrás, por lo que sólo unas semanas después del magnicidio las grandes potencias estaban en guerra. A través de sus colonias, el conflicto pronto prendió por el mundo.
El 28 de julio, el conflicto dio comienzo con la invasión de Serbia por Austria-Hungría, seguida de la invasión de Bélgica, Luxemburgo y Francia por el Imperio Alemán, y el ataque de Rusia contra Alemania. Tras el avance alemán en dirección a París se llegó a un alto, y el Frente Occidental se estabilizó en una guerra estática de desgaste basada en una extensa red de trincheras que apenas sufrió variaciones significativas hasta 1917. En el frente oriental, el ejército ruso luchó satisfactoriamente contra Austria-Hungría, pero fue obligado a retirarse por el ejército alemán. Se abrieron frentes adicionales tras la entrada en la guerra del Imperio Otomano en 1914, Italia y Bulgaria en 1915 y Rumanía en 1916. El Imperio ruso colapsó en 1917 debido a la Revolución de Octubre, tras lo que dejó la guerra. Después de una ofensiva alemana a lo largo del Frente Occidental en 1918, las fuerzas de los Estados Unidos entraron en las trincheras y los Aliados de la Triple Entente hicieron retroceder al ejército alemán en una serie de exitosas ofensivas. Tras la Revolución de Noviembre de 1918 que forzó la abdicación del Káiser, Alemania aceptó el armisticio el día 11 del mismo mes.
Al final de la guerra, cuatro potencias imperiales (los Imperios Alemán, Ruso, Austro-Húngaro y Otomano) habían sido derrotados militar y políticamente y desaparecieron. Los dos primeros, el alemán y el ruso, perdieron una gran cantidad de territorios, y los otros dos, el austro-húngaro y el otomano, fueron completamente disueltos. El mapa de Europa Central fue redibujado con nuevos y pequeños estados, y se creó la Sociedad de Naciones con la esperanza de prevenir otro conflicto similar.
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